miércoles, 3 de diciembre de 2014

Me duele el fútbol.


Dice Rubalcaba, en Facebook que "quien defiende los colores de un club (de fútbol) con una barra de hierro no es un aficionado, sino un delincuente que debe sufrir el peso de la ley". El asesinato premeditado del ultra del Deportivo de la Coruña, a orillas del Manzanares viene a demostrar una vez más que muchos rincones de nuestra sociedad aún presentan severas carencias de convivencia y de respecto. La violencia en el fútbol es una realidad que se combate con demasiado poca convicción por no decir que disfruta de una inexplicable benevolencia. El fútbol como mayor evento deportivo, en la mayoría de los países siempre fue un polo de atracción para este tipo de gente con ideologías extremistas tanto de derechas como de izquierdas. Desgraciadamente, en este país el fútbol siempre fue un oscuro objeto de deseo para cierto tipo de movimientos minoritarios y no tan minoritarios. Recordemos la utilización que hacia el régimen anterior del deporte rey o recordemos la utilización que el nacionalismo catalán hace del Barça  y de su estadio.
Tampoco tenemos que creer que la violencia en el fútbol es exclusivamente de tintes extremistas, pues solo tenemos que mirar el historial delictivo del delincuente asesinado para darnos cuenta que hay gente violenta sin necesidad de ningún catalizador de orden político. Francisco José Romero Taboada de 43 años y con dos hijos tenia un expediente policial con  13 delitos acumulados desde 2001 entre ellos malos tratos habituales (violencia familiar) o trafico de drogas.
Estos grupos se hacen fuertes en la mayoría de los estadios con la complicidad de las directivas de los clubes y la complicidad que produce el miedo de una gran parte de los aficionados al fútbol. Nadie del mundo del fútbol puede mirar para otro lado, empezando por los jugadores y terminando por los que el Tata Martino definió como "periodistas de camiseta" que han colonizado la información deportiva. Este mundillo que vive del fútbol tiene que darse cuenta que los tiempos están cambiando y que ese cáncer que tienen en su estructura puede acabar con el invento. Los clubes tienen que ser los primeros en reaccionar y en criticar las actitudes de los aficionados que faltan al respecto de jugadores o árbitros. La violencia verbal es el primer escalón  hacia el abismo.
Los cambios que la sociedad reclama de forma cada vez más insistente también tienen que llegar al deporte rey, democratizando sus estructuras y dejando de ser un coto cerrado para señoritos y gente rica. transparencia y claridad el fútbol no puede ser un oasis fuera de la realidad del país.Los usos y costumbres de la federación, la liga y los clubes ya no tienen cabida en este siglo. Me encanta el fútbol por eso me duele.

No hay comentarios: