martes, 22 de abril de 2014

Europa

Desgraciadamente, una vez más las elecciones europeas van  a servir para dirimir varios asuntos domésticos y no para hablar de la Unión Europea. El error es creer que Bruselas solo sigue siendo la capital de un pequeño país llamado Bélgica. Aún recuerdo cuando las elecciones europeas servían para que los militantes de los partidos políticos saldaran cuentas con sus ejecutivas nacionales o regionales, sin facilitar demasiado la tarea al adversario. O cuando las listas servían para deshacerse de algún lastre , por el método de la patada hacia arriba o para  reconocer los servicios prestados facilitando el acceso a un cementerio de elefantes Vips.
Las europeas nunca fueron tomadas en serio ni por la clase política ni por los electores, las cifras récords  de la abstención lo demuestran sin dejar lugar a dudas.
La crisis y las purgas recetadas para salir de ella han hecho que la gente tenga otra percepción de la Unión Europea. Cambiar de opinión no garantiza que la nueva sea buena ni siquiera que sea mejor que la  inicial. Los españoles tenemos la costumbre de acordarnos de Santa Barbara cuando oímos el trueno, incluso si el rayo ha caido a nuestro lado. Aún recuerdo cuando la derecha nacional llamaba "pedigüeño"a Felipe por conseguir fondos europeos para sacarnos del subdesarrollo. Esa misma gente es la que ahora reduce la Unión a un componente de la troika  que nos ha prescrito una cura de caballo para corregir nuestra propensión a "vivir por encima de nuestros medios" (sic). La Unión es más que eso pero es también eso y sobre todo es mucho mejor ser miembro del club que estar fuera. "Fuera hace mucho frio".
Pero las elecciones van a servir para tener una referencia, bastante precisa de como están nuestros políticos y de lo que pensamos los ciudadanos de todo lo sucedido en este tiempo. Las claves internas son inevitables y el resultado puede marcar la traducción a votos del sentir de la gente. El mensaje, en el único idioma que parecen entender los aparatos de los partidos, de la indignación y el cabreo que sienten los ciudadanos de a pie ante el guiñol mediático en el que se ha convertido la cosa publica, en España.
Puede ser un buen test para comprobar si el bipartidismo aguanta el tirón o se puede dar por finiquitado, si las nuevas opciones Vox por la derecha y Podemos por la izquierda tienen algún recorrido, si IU y UPyD responden a las expectativas creadas y si por fin los ecologistas sacan la cabeza en España . Sacar conclusiones respecto a los partidos nacionalistas sera más complicado pues la circunscripción única complica las comparaciones.
Me gustaría apuntar  que  estas elecciones europeas son las que más  van a repercutir en el funcionamiento de la Unión, desde su fundación. Por primera vez el parlamento que salga elegido sera el encargado de votar al presidente de la Comisión. Aprovecho la ocasión para despedir a Daniel Cohn Bendit que despues de 20 años como eurodiputado lo deja..

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