miércoles, 12 de febrero de 2014

La rampa hacia ninguna parte ( II )

A nos 300 metros de la rampa de acceso a los juzgado de Palma de Mallorca se manifestaron dos o tres centenares de personas para mostrar su cabreo y su indignación. Entre los concentrados un poco de todo, desde banderas republicanas a banderas independentistas pasando por la bandera roja del PC , las pancartas de los trabajadores de CoCA Cola y los de la marea de la enseñanza  publica . Lo curioso es que se puede decir que los más numerosos eran los que apoyaban al juez Castro por encima de cualquier otra cosa. Esta conjunción de intereses diversos y transversales es una de las constantes del nuevo tablero político en el que nos tenemos que acostumbrar a movernos. La Infanta es la ocasión escogida esta vez pero es solo la "tapadera" para expresar el hartazgo que la gente siente.
La Infanta por otro lado representa el principal problema que tiene que afrontar la institución monárquica, en nuestro país. Es también el más grave, más que nada por el momento en que sale a la luz, en plena crisis económica con la gente pasándolas "canutas". Problema agravado por actitudes cuestionables de ciertas instituciones del Estado (Hacienda, Fiscalia,..) y por  declaraciones inapropiadas de gente del ejecutivo, empezando por el señor Rajoy. Sin olvidar actitudes concretas de la Casa del Rey.
La Monarquía tiene que adaptar sus usos y costumbres al siglo XXI y a las demandas de los ciudadanos y no al revés.Esa adaptación pasa por más y más transparencia y más y más prudencia y contención en su vida y en su forma de aparecer ante los ojos de la gente. La gran pregunta sigue siendo: ¿Está la Familia Real en posición de poder resistir esa prueba de transparencia?
Por fin de nada sirve convertir al yerno en el único malo de la película; pues eso convertiría a la Infanta en "tonta el bote" En Asturias "abobada", con todo respecto.

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