martes, 8 de junio de 2010

Emmanuelle ya no vive aquí.


Bangkok, el escenario de parte de la ajetreada vida de Emmanuelle ha vuelto a la actualidad de forma reiterado en los últimos tiempos. Emmanuelle hace años que ya no vive aquí, se ha ido, nadie sabe muy bien.
Tailandia, fue siempre un inmenso lupanar, primero descanso del guerrero para los soldados franceses que luchaban en Dien Bien Fu, después para los americanos de la ofensiva del Tet. Después lugar paradisiaco de vacaciones para todo tipo de gente con tendencias sexuales poco habituales y muchas veces inconfesables. El país de la sonrisa sabe muy bien lo que es sufrir y soportar la explotación de una clase dirigente compuesta por políticos, empresarios y militares corruptos a sueldo de las potencias internacionales. Tailandia a finales de los 70 y durante los 80 y parte de los 90 fue considerada “un tigre asiático” o como ahora se dice un país emergente, como lo aseveran los rascacielos de cristal y acero, las boutiques de lujo, del centro de la capital o el mayor centro comercial del sudeste asiático.
Pero era “un tigre de papel” que basaba su desarrollo en una desigualdad tremenda e cada vez más acentuada. Este gigante con pies de barro se tambaleo en 2001, cuando los pobres del campo ganaron las elecciones y pusieron en el poder a un ex policía que había amasado una fortuna con su compañía de teléfonos móviles. Este magnate posiblemente corrupto se transformo en político populista comprando los votos de los campesinos. Este espécimen no solo compro el voto sino que una vez en el poder implanto la atención sanitaria gratuita y colaboro en el desarrollo de las zonas más pobres construyendo carreteras e instalando regadíos. Llego hasta crear microcréditos para montar pequeños negocios. Estas zonas son ahora el feudo de “Las Camisas Rojas”. Los mismos que el actual poder establecido (“Las Camisas Amarillas”) han reprimido dejando sobre el asfalto de las calles de Bangkok 80 muertos y más de 2.000 heridos. Tailandia vive un enfrentamiento abierto, entre las elites urbanas, grandes beneficiarias del desarrollo económico y los campesinos pobres de las zonas rurales y esto puede desembocar en el tsunami de la guerra civil.

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