martes, 3 de diciembre de 2013

Caza al hombre.

Desde hace unos días en España se ha organizado una caza al hombre para presentar en un plató de televisión a Miguel Ricart, uno de los asesinos de las niñas de Alcacer. Ricart fue puesto en libertad en cumplimiento del fallo, del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que anuló la doctrina Parot.
La pugna esta entre los dos grandes grupos de televisión privada por hacerse con la deseada presa. Los responsables de los dos grupos mediáticos niegan la mayor afirmando que no se organizará ninguna peregrinación por los programas de televisión basura matinales, pero nadie se fía. Los personajes que pueblan esos espacios ya se están curando, en salud advirtiendo de: "¿Quien rechazaría entrevistar a un asesino?". La respuesta es clara y contundente: cualquier periodista medianamente honesto.
Pero esta  gente desconoce el significado de la palabra honesto. De conocerlo no venderían a su madre, de pedírselo por cuatro monedas. Lo más asqueroso del caso es que son los mismos que piden la criminilización de  los cuatro participantes en los recibimientos de los etarras que regresan a su pueblo. Y no me vengan con cuotas de pantalla y audiencias millonarias que supuestamente justificarían estos programas. La gente tiene derecho a ser tratada como seres con sensibilidad y no como vulgares datos estadísticos.

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