Como no podía ser de otra manera, el encuentro de directores de centros culturales, celebrado en la villa ha puesto sobre la mesa un nuevo elemento para la polémica. Creo sinceramente que el Neimeyer esta condenado a la crítica hágase lo que se haga, hasta después de su apertura cuando ya no será posible negar sus efectos beneficiosos para todos.
Esta vez la pelotera se centra en la intervención Jorge Fernández León vice consejero de cultura. Todo parece indicar que esta intervención fue un poco forzada y pareció coger de sorpresa a más de uno, más por el tenor de la misma que por otra cosa. Fernández León gloso, con profusión de soportes técnicos las excelencias de la Laboral. Sorprendió que se colara de rondón a la Laboral, en el G8 un club que nos vendieran como selecto y al que solo se accede por expresa invitación.
De todos modos personalmente me parece que en esta nueva guerra, la Laboral lleva todas las de perder, pues los edificios no son comparables, uno escenifica el futuro y el progreso y el otro pese a quien pese sigue recordando el monumentalismo absurdo del régimen pasado. Por otro lado ese monumentalismo hace que la laboral se esta convirtiendo en un espacio indefinido donde se puede encontrar de todo como en botica, hasta una iglesia que cuesta lo suyo desacralizar. El Neimeyer será otra cosa, sera una unidad pensada y estructurada para el arte. O como apunta Iñaki Esteban en “El efecto Guggenhein” para el ocio. De lo que se trata es de rentabilizar económicamente ese impulso que dará el edificio.
Otra de las ventajas del Neimeyer es que podremos verlo como un símbolo de la novedad de lo venidero. Eso nunca lo conseguirá la Laboral. Lo importante para lo que se pretende es el envoltorio no el contenido, aunque en el caso del Neimeyer estoy seguro que el contenido no deslucirá el ornamento.
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